LARGAS FILAS EN EL PERRUPATO PARA ATENCIÓN PEDIÁTRICA

La atención en el hospital Perrupato de San Martín se vio colapsada ayer. Las enfermedades respiratorias de niños han aumentado y las deficiencias se evidenciaron, lo que es grave teniendo en cuenta que aún no ha llegado el invierno.

Durante la mañana las familias llegan a recibir atención a medida que van arribando los colectivos de distritos y de otros departamentos, aunque por los fríos y las escasas frecuencias de transporte público, muchos eligen ir en la siesta. Lo que ocurre es que en la siesta no hay consultorios pediátricos habilitados, sino la guardia que no da a basto.

La fila de hoy a partir de las 13:30 h era muy extensa. Según las patologías fue la demora. Los más urgentes esperaron aproximadamente 2 horas, pero quienes además tenían que realizarse otros estudios demoraron hasta mas de 8 horas para volver a sus hogares.

Hubo discusiones en el puesto de recepción, y las tres pediatras de guardia atendían sin parar. La doctora Rodriguez, probablemente producto del mismo estrés, manifestó molesta a una madre: "Están usando la guardia para patologías que deberían ser de consultorio. Estoy tan cansada que si llega una urgencia real no sé cómo haría para atenderla. Tengo la cabeza quemada. Tienen que quejarse ustedes para que pongan más consultorios porque si yo digo algo a mi me echan".

Lo que hay que destacar es que en la mañana también la demanda estuvo repleta, que los centros de atención primaria (centros de salud regionales) se encuentran colapsados de la misma manera, y que muchos de los que llegan al nosocomio lo hacen desde lugares alejados ajustándose a los horarios de los colectivos, no del hospital. 

Por otro lado, desde la pandemia la mayoría de las clínicas privadas de la zona Este suspendió los consultorios pediátricos, y muchos médicos de consultorios privados atienden a un determinado número de pacientes con obra social, pero al resto le exige que abone particular.

En medio de la crisis económica, las personas llegan al hospital donde acceden a la atención completa gratuita -y normalmente a la medicación también- resignándose a la largas esperas, en muchos casos esperando sentados en el piso hasta que llegue su turno.